Significado y Características
El insomnio es un trastorno del sueño frecuente que puede causar dificultad para conciliar el sueño (quedarse dormido) o mantenerlo, o puede hacer que te despiertes demasiado temprano y no puedas volver a dormirte. Es posible que sigas sintiéndote cansado cuando te despiertes. El insomnio no solo puede minar tu energía y estado de ánimo, sino que también puede afectar tu salud, desempeño laboral y calidad de vida.
Cuántas horas de sueño son suficientes es algo que varía según la persona, pero la mayoría de los adultos necesitan entre 7 y 8 horas por noche.
En algún punto, muchos adultos experimentan insomnio a corto plazo (agudo), que dura unos días o algunas semanas. Por lo general, se debe a estrés o a un acontecimiento traumático. Pero algunas personas sufren insomnio a largo plazo (crónico) que dura un mes o más. El insomnio puede ser el problema principal o puede estar asociado a otras afecciones o a medicamentos.
No tienes que soportar noches y noches sin dormir. A menudo, cambios simples en tus hábitos pueden ser de ayuda.
Los síntomas de insomnio pueden incluir lo siguiente:
Dificultad para conciliar el sueño a la noche
Despertarse durante la noche
Despertarse muy temprano
No sentirse bien descansado después del sueño nocturno
Cansancio o somnolencia diurnos
Irritabilidad, depresión o ansiedad
Dificultad para prestar atención, concentrarse en las tareas o recordar
Aumento de los errores o los accidentes
Preocupaciones constantes respecto del sueño
Causas
El insomnio puede ser el problema principal o puede estar asociado con otras afecciones. El insomnio crónico suele ser consecuencia del estrés, los acontecimientos de la vida o los hábitos que alteran el sueño. El tratamiento de la causa preexistente puede resolver el insomnio; sin embargo, a veces, este problema puede durar años.
Las causas frecuentes del insomnio crónico comprenden las siguientes:
Estrés. Las preocupaciones relacionadas con el trabajo, la escuela, la salud, las finanzas o la familia pueden mantener la mente en actividad durante la noche, lo que dificulta el sueño. Los acontecimientos estresantes de la vida o los traumas, como la muerte o la enfermedad de un ser querido, un divorcio o la pérdida de un trabajo, también pueden causar insomnio.
Viajes u horarios de trabajo. Los ritmos circadianos actúan como un reloj interno y regulan el ciclo circadiano, el metabolismo y la temperatura corporal. La alteración de los ritmos circadianos del cuerpo puede causar insomnio. Las causas abarcan el desfase horario por los viajes a través de varias zonas horarias, el trabajo en turnos de tarde o de mañana, o el cambio de turno con frecuencia.
Malos hábitos de sueño. Los malos hábitos de sueño incluyen los horarios irregulares de acostarse, las siestas, las actividades estimulantes antes de acostarse, un entorno de sueño incómodo y el uso de la cama para trabajar, comer o mirar televisión. El uso de computadoras, televisores, videojuegos, teléfonos inteligentes u otras pantallas antes de acostarse pueden afectar el ciclo del sueño.
Alimentación en exceso en la noche. Está bien ingerir un tentempié liviano antes de acostarse, pero comer en exceso puede causarte molestias físicas cuando estás acostado. Muchas personas también tienen acidez estomacal, el flujo retrógrado de ácido y comida que va desde el estómago hasta el esófago después de comer, lo que puede mantenerte despierto.
Además, el insomnio crónico puede estar asociado con enfermedades o con el uso de determinados fármacos. El tratamiento de la enfermedad puede ayudar a mejorar el sueño, pero el insomnio puede persistir después de la mejoría de dicha enfermedad.
Otras causas frecuentes del insomnio son las siguientes:
Trastornos de salud mental. Los trastornos de ansiedad, como el trastorno por estrés postraumático, pueden alterar el sueño. Levantarse muy temprano puede ser un signo de depresión. Con frecuencia, el insomnio ocurre también junto con otros trastornos de salud mental.
Medicamentos. Muchos fármacos recetados pueden afectar el sueño, por ejemplo, ciertos antidepresivos y medicamentos para el asma o la presión arterial. Muchos medicamentos de venta libre, como algunos analgésicos, medicamentos para la alergia y el resfriado, y los productos para adelgazar, contienen cafeína y otros estimulantes que pueden alterar el sueño.
Afecciones. Los ejemplos de afecciones relacionadas con el insomnio incluyen el dolor crónico, el cáncer, la diabetes, las enfermedades cardíacas, el asma, la enfermedad del reflujo gastroesofágico, el hipertiroidismo, la enfermedad de Parkinson y la enfermedad de Alzheimer.
Trastornos relacionados con el sueño. La apnea del sueño produce pausas respiratorias periódicas durante la noche, lo que interrumpe el sueño. El síndrome de las piernas inquietas produce sensaciones poco agradables en las piernas y un deseo casi irresistible de moverlas, lo que puede impedir conciliar el sueño.
Cafeína, nicotina y alcohol. El café, el té, las bebidas cola y otras bebidas con cafeína son estimulantes. Beberlas a última hora de la tarde o de la noche puede impedirte que concilies el sueño nocturno. La nicotina de los productos de tabaco es otro estimulante que puede afectar el sueño. El alcohol puede ayudarte a conciliar el sueño, pero impide que se alcancen las fases del sueño más profundas y, a menudo, hace que te despiertes en medio de la noche.
Insomnio y envejecimiento
El insomnio se vuelve más frecuente con la edad. A medida que envejeces, tal vez tengas lo siguiente:
Cambios en los patrones de sueño. A medida que envejeces, el sueño suele volverse menos tranquilo; por lo tanto, es más probable que los ruidos y otros cambios en el entorno te despierten. Con la edad, el reloj interno con frecuencia se adelanta, de modo que te cansas más temprano por la noche y te levantas más temprano en la mañana. Sin embargo, por lo general, las personas mayores aún necesitan dormir la misma cantidad de tiempo que las más jóvenes.
Cambios en la actividad. Es posible que estés menos activo desde el punto de vista físico o social. La falta de actividad puede interferir en el buen sueño nocturno. Además, cuanto menos activo estés, más probable es que tomes una siesta diurna, lo que puede afectar el sueño durante la noche.
Cambios en la salud. El dolor crónico debido a afecciones como la artritis o los problemas de espalda, así como la depresión o la ansiedad pueden afectar el sueño. Los problemas que aumentan la necesidad de orinar durante la noche, como los de próstata o vejiga, pueden alterar el sueño. La apnea del sueño y el síndrome de las piernas inquietas se vuelven más frecuentes con la edad.
Más medicamentos. Normalmente, las personas mayores toman más medicamentos recetados que las más jóvenes, lo que aumenta la probabilidad de tener insomnio asociado con los medicamentos.
Insomnio en los niños y los adolescentes
Los problemas para dormir también pueden ser un motivo de preocupación para los niños y los adolescentes. Sin embargo, algunos niños y adolescentes simplemente tienen dificultades para conciliar el sueño o se resisten a irse a dormir a un horario habitual porque sus relojes internos están más retrasados. Desean acostarse más tarde y dormir hasta más tarde por la mañana.
Factores de Riesgo
Casi todo el mundo tiene una noche de insomnio ocasional. Pero su riesgo de insomnio es mayor si:
Eres una mujer. Los cambios hormonales durante el ciclo menstrual y en la menopausia pueden desempeñar un papel. Durante la menopausia, los sudores nocturnos y los sofocos a menudo interrumpen el sueño. El insomnio también es común con el embarazo.
Tiene más de 60 años. Debido a los cambios en los patrones de sueño y la salud, el insomnio aumenta con la edad.
Tiene un trastorno de salud mental o una condición de salud física. Muchos problemas que afectan su salud mental o física pueden interrumpir el sueño.
Estás bajo mucho estrés. Los momentos y eventos estresantes pueden causar insomnio temporal. Y el estrés importante o prolongado puede provocar insomnio crónico.
No tienes un horario regular. Por ejemplo, cambiar de turno en el trabajo o viajar puede interrumpir su ciclo de sueño y vigilia.
Consecuencias
Los síntomas más habituales son disminución de la concentración, falta de energía física y alteraciones del comportamiento.
Pero los efectos del insomnio pueden llegar a ser mortales pudiendo provocar desde alucinaciones, temblores, espasmos involuntarios, diabetes y obesidad hasta infartos o desembocar en la muerte si se prolonga la situación.
El descanso a través del sueño es una especie de botón de reseteo del cuerpo: la mente consigue relajarse y poner en orden ideas y conocimientos, además de que los músculos y huesos encuentran un momento de relax cuando nos tumbamos en la cama con la intención de dormir.
Sin embargo, cuando el descanso se altera pueden producirse riesgos asociados como la diabetes, obesidad, problemas cardiacos o depresión. El cuerpo se siente mareado, los ojos están doloridos y la concentración es una utopía imposible de alcanzar. Quedarse despierto durante varios días provoca que la mente se desquicie y el organismo entre en shock pudiendo llegar incluso hasta la muerte.
“Se empiezan a tener alucinaciones poco a poco”, refleja el director de Medicina del Sueño de la Universidad de California, Atul Malhotra, para la BBC. Los camioneros, debido a su trabajo, han llegado a definir este hecho como el síndrome del ‘perro negro’: cuando en la carretera empiezan a aparecer sombras, es el momento de parar el vehículo y echarse a dormir.
La presión arterial también sube: las hormonas del estrés están más presentes en la sangre y la probabilidad de infarto se dispara. Además, las personas que no duermen o duermen mal sienten ansiedad y son más propensas a contraer enfermedades de cualquier tipo. La solución, según los expertos, es fácil: “Las consecuencias del insomnio se superan durmiendo”.
El insomnio, mortal
Pero, ¿qué sucede si el sueño no llega? La medicina tiene diagnosticada una enfermedad conocida como insomnio letal familiar. Esta patología, que acusa a40 familias alrededor de todo el mundo, deriva de un problema neurológico hereditario causado por priones (partículas infecciosas formadas por una proteína que produce enfermedades neurológicas degenerativas transmisibles).
Los afectados por el insomnio letal familiar están días y días sin dormir y desarrollan síntomas como temblores, sudores o espasmos musculares involuntarios. A estas señales se une una pérdida de peso considerable y un trastorno de la personalidad derivado del cansancio hasta que, finalmente, los pacientes mueren.
“No creo que la falta de sueño sea lo que mate a las personas”, considera para la BBC Jerome Siegel, profesor del Centro de Investigación del Sueño de la Universidad de California. Para este experto, lo letal sería el gravísimo daño cerebral que produce el hecho de no dormir.
¿Cuánto tiempo puede estar el ser humano sin dormir?
Son muchas las personas que temen el momento de irse a la cama: dan vueltas y vueltas sobre el colchón sin poder descansar. Pero, ¿dónde está el límite? ¿Cuánto tiempo puede permanecer el ser humano despierto? Uno de los datos considerado verídico es el registrado por Randy Gardner en 1964, un estudiante de 17 años que no pegó ojo durante 11 días con el objetivo de alcanzar una serie de conclusiones al respecto para su proyecto de ciencias.
En España también se han realizado algunas pruebas sobre la capacidad de una persona sin alteraciones del sueño para permanecer sin dormir. Adela Úcar, periodista de Cuatro, protagonizó un programa titulado ’21 días sin dormir’ en el que actuaba de la misma manera en que lo hacían los pacientes con alguna enfermedad relacionada con el sueño.
Además de los efectos descritos, no dormir también tiene otras consecuencias:
Arrugas
Cuando duermes se eliminan las toxinas acumuladas durante el día y la regeneración de la dermis se intensifica y aprovecha para fabricar el colágeno y la elastina.
La falta de sueño se nota enseguida en la piel, que se ve apagada. Al fabricar menos colágeno y elastina, las arrugas y la flacidez aparecen antes.
Demencias
Según informa la Sociedad Española del Sueño, «un descanso inadecuado propicia una acumulación excesiva en el cerebro de proteína beta-amiloide (esencial para la correcta transmisión de información entre neuronas) y una mala eliminación de residuos en esta área».
La acumulación de proteína beta-amiloide es un hallazgo clásico de la enfermedad de alzhéimer.
Enfermedades neurológicas
Existe una relación bidireccional entre el sueño y el Alzhéimer Hay evidencia de que los problemas de sueño (respiratorios y neurológicos) son más prevalentes en los trastornos neurodegenerativos. A su vez, se ha demostrado que la deficiencia de sueño provoca un menor rendimiento cognitivo que hasta en un 15% de los casos ha sido identificado erróneamente como una enfermedad de Alzheimer.
Por su parte, la Sociedad Española de Neurología (SEN) expone que la mala calidad de sueño, desencadenante o riesgo para determinados trastornos neurológicos, como ictus, Parkinson, Alzheimer o diversas enfermedades neuromusculares.
Dolor de cabeza
Según explica la web del Instituto del Sueño (IIS), con frecuencia, «las cefaleas son un síntoma secundario a un trastorno del sueño». Algunos trastornos como el insomnio o el síndrome de apnea obstructiva producen cefalea.
Diabetes
La diabetes puede estar detrás de los problemas de sueño. Se ha comprobado que las personas con Diabetes Mellitus tipo 2 tienen mayor probabilidad de padecer trastornos del sueño, pero también se ha demostrado a la inversa: las personas que no descansan bien tienen más riesgo de padecer diabetes tipo 2.
Según datos expuestos por el IIS, entre un 38-45% de los pacientes con Diabetes tipo 2 sufren trastornos del sueño, y la probabilidad de padecer diabetes es dos veces mayor en aquellas personas que habitualmente duermen menos de 6 horas.
Dormir mal engorda
Dormir menos de lo recomendado es un factor de riesgo para padecer obesidad, sobre todo en la infancia y adolescencia. El autor el Dr. Rafael Casas, autor del I Estudio sobre la Situación Actual de la Obesidad y el Sobrepeso Infantil en España, en colaboración con DKV Seguros, sostenía que hay una tendencia a dormir menos horas de las recomendadas y eso se transmite erróneamente a los más pequeños. Los menores que duermen menos de lo recomendado engordan con más facilidad.
Los niños/as deben dormir de 11 a 13 horas en edad preescolar y entre 10 y 11 horas en edad escolar. En España, un tercio de los niños y niñas tiene exceso de peso.
Ansiedad y depresión
Recientemente, una investigación realizada por investigadores de la Universidad de Binghamton (Estados Unidos) comprobó que dormir menos de los 8 horas recomendadas que deben dormir los adultos aumenta el riesgo de ansiedad y depresión.
Además, según el IIS, el 80% de los pacientes con depresión se quejan de un deterioro en su calidad y cantidad de sueño.
Consejos para dormir bien
Para tener una buena higiene de sueño:
Establecer un horario regular de sueño.
Si existe el hábito de dormir siesta, evitar que el episodio de sueño diurno exceda de 45 minutos.
Evitar la ingesta excesiva de alcohol al menos cuatro horas antes de acostarse y no fumar.
Evitar el consumo de cafeína, té, chocolate o bebidas energéticas al menos seis horas antes de dormir.
Evitar las comidas pesadas o picantes al menos cuatro horas antes de dormir. Es recomendable hacer una comida ligera antes de acostarse.
Hacer ejercicio regularmente, pero no inmediatamente antes de acostarse.
Utilizar ropa de cama cómoda y agradable.
Encontrar un nivel de temperatura agradable y mantener la habitación bien ventilada.
Evitar actividades excitantes en las horas previas a acostarse.
Realizar baños de agua a temperatura corporal por su efecto relajante.
Practicar ejercicios de relajación antes de acostarse
Eliminar todo el ruido que pueda causar distracción y eliminar la luminosidad de la habitación al máximo durante la noche.
Reservar el dormitorio para dormir. Evitar utilizarlo para trabajar y para actividades lúdicas en general (como ver la TV).
Cuándo acudir al médico
Es el momento de visitar a un profesional:
Cuando se produzca una disminución paulatina o prolongada del tiempo en el que permanecemos dormidos
Si aumenta la cantidad y la duración de los despertares nocturnos
Si nuestro sueño deja de ser profundo o experimentamos somnolencia y fatiga diurnas
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